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DOLARIZACION, CONVERTIBILIDAD Y LIBERACION CAMBIARIA

Cuando empecé a escribir este artículo se estaba conmemorando los 202 años de la Autonomía de la Provincia de Catamarca, al igual que el 25 de agosto de 1973, no fue un año más en su calendario, en ese lejano 1973 se firmaba el Acta de Reparación Histórica, quizás una de las únicas acciones de gobierno que no implicó gastar dineros públicos sino reconocer aportes y erogaciones de Catamarca a la Nación, quiso el destino que exactamente cincuenta años después falleciera el Dr. Hugo Alberto Mott, Gobernador de la Provincia por aquellos aciagos años y parte sustancial del hecho histórico e inédito de tal reconocimiento; como Catamarqueño mas allá de cualquier diferencia política, al Dr. Mott, en su memoria y a quienes de una u otra forma le acompañaron en ese momento y el posterior promoción del desarrollo económico industrial, agropecuario y turístico de Catamarca: GRACIAS !!!!!

Pasó el tiempo, hoy nos toca convivir con una realidad distinta y en cierta manera parecida, porque el incipiente desarrollo productivo privado, consecuente con la promoción del Acta de Reparación Histórica, nos hizo avizorar al principio un futuro promisorio que las malas gestiones locales, nacionales y coyunturas macroeconómicas desopilantes de la política argentina, ocasionaron volver casi al punto de partida en una provincia signada por la dependencia cada vez mayor del sector público, que asfixia y aliena la capacidad auto-determinante de sus habitantes y para colmo de males el orden nacional viene marchando progresivamente hacia ese mismo destino.            

En las últimas elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) se vió un claro mensaje de cambio (votos) por un lado y de hastío (no votos),  por el otro; sin embargo y cualquiera sea el resultado de las elecciones generales será necesario observar que ningún plan macro económico, proyecto de inversión pública o privada, ni siquiera el simple presupuesto de los gastos familiares, puede ser formulado y mucho menos llevado a la práctica con una moneda depreciada en su esencia y despreciada por quienes deberían propender a la “defensa del valor de la moneda” (sic), Banco Central de la República Argentina (Carta Orgánica) y Congreso Nacional  (Artículo 75º, Inciso 19 de la Constitución Nacional).

Sin dudas en alguno de ellos o en ambos hay una mala praxis de su función tanto por acción como por omisión.

La desvalorización constante de la moneda es el síntoma de una economía enferma que fomenta el agio y la especulación en la población, tanto del lado de  la oferta como del de la demanda.

La recuperación del denominador común (moneda sana) que los bienes y servicios requieren en una economía transaccional debe ser la base de un cambio sustancial en la conducta e ideología que rige la política monetaria, pues resulta hasta ridículo y contradictorio con el discurso de defensa de nuestra autonomía la desmesurada emisión de moneda espuria, a tal punto que se ha convertido en una verdadera estafa (tipo piramidal) contra el  recurso financiero de todos los argentinos.

En este contexto, excluyendo al Kirchnerismo que más parece un ejército en fuga incapaz de modificar la ideología que lo ha llevado al fracaso (más plan platita), aparecen en el horizonte del cambio necesario cuanto menos tres variantes de política monetaria cuyo objetivo primordial sería la desaceleración de la inflación de precios a partir de una moneda estable.

El liberalismo ortodoxo, personificado en este caso por el candidato de la Libertad Avanza, Javier Milei, propone una dolarización de la economía: que en un mayor o menor plazo la moneda nacional sea reemplazada por los dólares estadounidenses; cercano a este plan cabe la posibilidad de reeditar la convertibilidad  de los años 90, que en definitiva (a pesar de que en aquel momento no prosperó como tal) implica una dolarización progresiva e inducida; una tercera opción aparece en el planteo del Economista Horacio Tomas Liendo, en principio acompañado por la Fundación Mediterránea (Carlos Melconian) y en el radar económico de Juntos por el Cambio (Patricia Bullrich), por el que propone la liberación del mercado cambiario, darle al dólar (eventualmente cualquier otra moneda extranjera) un curso legal para las transacciones nacionales y libertad para las internacionales, tanto importaciones como exportaciones, manteniendo la continuidad concurrente del peso nacional, si solo pensáramos en la moneda norteamericana sería una especie de sistema bi-monetario.

Son posibles?

En abril de 1991 un dólar cotizaba (por la paridad de la Ley de Convertibilidad) a  un peso convertible (para ser más precisos al 01/04/1991, 10.000,00 australes), si tomamos este valor y lo actualizamos por un índice de precios que refleje la inflación, por ejemplo el utilizado por los Contadores Públicos para reexpresar en moneda homogénea los estados contables:

Enero de 1993 (1)    = 7,4671

Julio de 2023 (2)      = 1.818,0838

Nos daría un coeficiente de ajuste:

1.818,0838 / 7,4671 = 243,48

Quiere decir que si al dólar de $ 1,00 del 01/04/1991, lo multiplicamos por 243,48 y le agregamos como costo de oportunidad o menor renta financiera alternativa la inflación en dólares promedio de  Estados Unidos para estos treinta años, 120 %, algo así como un 40 % nominal por cada diez años, su valor actual sería de:

$ 1,00 x 243,48 x 2,20 = $ 535,65 por cada dólar

Ahora bien volvamos sobre las propuestas de dolarización, convertibilidad o liberalización cambiaria; la Argentina hasta el último dato aportado por el BCRA (22/08/2023) tenía una Base Monetaria ($ en circulación) de 6.354.553 millones de pesos (6,35 billones de $), es decir que si quisiéramos reemplazar estos pesos por dólares al cálculo actualizado anterior, se necesitarían casi 12.000 millones de U$S; sin embargo la emisión monetaria fue muy superior a esa masa en circulación, tres veces superior, pues hay algo más de 17 Billones de pesos depositados en los bancos e inmovilizados por las LELIQ (Letras de Liquidez) mayoritariamente, que le están costando al país 1,6 Billones de pesos por mes. Cinco veces más!!!! que el déficit primario mensual del Poder Ejecutivo algo así como 300.000 millones de pesos.

Si hubiera que convertir estos pesos cautivos en dólares frente una eventual dolarización forzosa o inducida, harían falta 32 mil millones de U$S adicionales a los 12 mil del circulante, total cuarenta y cuatro mil  millones de dólares.

Parecen cifras inalcanzables para las exiguas reservas disponibles del BCRA, sin embargo no representa más del 20% de los dólares que se calcula poseen los argentinos “bajo el colchón” local o del extranjero (3).

Si de alguna manera la política y sus candidatos dieran señales de firmeza racional, seguridad jurídica, variables macroeconómicas estables y previsibles, la liberación al mercado de esos dólares, aún mantenidos como ahorro pero saneados fiscalmente a una tasa imponible del 20 %, equivalente a la masa monetaria ampliada, permitiría la aplicación, cada una  con sus matices, de cualquiera de las tres alternativas de política monetaria  expuestas al inicio.

Agrego para quien lo desee, un comentario sobre la Convertibilidad de los 90, incluido en libro “Fragmentos de Historia” RE Macaroff, CPCECa.

Escucho comentarios, acepto aportes y críticas constructivas.

  • Primer índice publicado posterior al 1/4/91
  • Ultimo índice publicado anterior al 25/8/23
  • U$S 261.124 millones Ambito Financiero 30/06/2023 a Marzo de 2023 (INDEC)

HISTORIA DE UN AMOR EQUIVOCADO

Raúl E. Macaroff

San Fernando del Valle de Catamarca, 18 de Septiembre de 2018

A partir de la opinión de Larry Kudlow,  asesor del Gobierno de Donald Trump, sobre la posibilidad de aplicar una política de dolarización de la economía o de convertibilidad de la moneda argentina como solución a la espiral inflacionaria que retroalimenta el valor del dólar y los índices de precios, se ha suscitado una gran discusión local respecto de la experiencia de la década del 90 con el dictado de la Ley 23.928 de convertibilidad del austral.

Las críticas no se hicieron esperar, incluso el mismo centro del gobierno nacional salió a desmentir inmediatamente que siquiera se estuviera pensando una medida de tal carácter. Es que todavía resuena el duro recuerdo de la eclosión final del Plan de Convertibilidad en las aciagas jornadas de diciembre del 2001.

Sin embargo ya han pasado casi treinta años desde el dictado de la Ley 23.928 y veinte de la visualización de su fracaso; tiempo que estimo suficiente como para hacer un análisis y evaluación histórica del proceso de su aplicación sin el sesgo de agregados psicológicos ni la rémora de la memoria de corto plazo.

Para ello veamos primero qué proponía sustancialmente el plan:

  1. Convertibilidad, el Banco Central de la República Argentina se comprometía a cambiar sin condición alguna cada peso de la moneda nacional por dólares estadounidenses a la paridad vigente.
  2. Paridad, cotización del dólar establecida para la conversión, inicialmente 1 Dólar igual a 10.000 Australes, luego a 1 Peso de Moneda Nacional.
  3. Cada peso convertido (cambiado) a dólar, debía dejar de circular.
  4. Suspensión de todo tipo de mecanismo indexatorio o de ajuste monetario.

En estos cuatro puntos básicos se sustenta el Plan de Convertibilidad aplicado en Argentina desde Abril de 1991.

Contexto Histórico.

En 1989 el fenómeno inflacionario se convierte en  hiperinflación, en ese año la inflación superó el 5600% anual. En el mes de julio de 1989, en que asume anticipadamente la presidencia el Dr. Carlos Menen, el nivel de inflación superó el 200% mensual. Entre julio de 1989 y diciembre de 1990, hubo un nivel de inflación superior a los 22000 %.

Sin dudas el virus inflacionario se había convertido en epidemia y resultaba imposible encontrar equilibrio en las decisiones económicas sin pasar por las vertientes del agio y la especulación.

Independientemente de las cuestiones ideológica, llamémosle de mérito, y de oportunidad, casi dos años después del recambio presidencial, se dicta la Ley 23.928 instaurando el modelo (para algunos) o plan (en mi opinión) de convertibilidad, ya que no se le puede dar ni más ni menos que esa entidad con destino y fin exclusivo de lograr frenar la vorágine de precios que permita equilibrar las variables económicas para  así dar marco lógico y previsible a políticas de desarrollo, insisto dentro de la ideología que en el juego democrático el Pueblo hubiere delegado a sus circunstanciales conductores.

El desarrollo de los hechos.

El impacto que produce el nuevo marco regulatorio de los contratos  prohibiendo la aplicación de cualquier mecanismo indexatorio, incluso para cláusulas preexistentes, más la contención del mercado de cambios ante la proposición explícita de convertir pesos en dólares a una paridad fija de 1 a 1, se reflejó al principio con cierta cautela y luego en una muy fuerte desaceleración del proceso inflacionario, cuando los mercados encontraron su punto de equilibrio, se logró una efectiva estabilidad monetaria cuanto menos vigente en términos reales en lo que podríamos llamar la primera mitad de la década de su existencia.

Qué había pasado en ese tiempo; lejos de asumir la Ley de la Moneda más Fuerte e ir en masa a convertir nuestros pesos (débiles) en moneda fuerte (dólares) a la paridad de 1 a 1, es decir dolarizar el peso, imponiendo como nueva moneda de cambio al dólar, pesificamos al dólar, no hubo corridas de conversión y en su lugar operamos con nuestra propia moneda como si su valor fuera equivalente al dólar, sin prejuicios de verdes o no. La convertibilidad expectante, ilusoriamente, porque en definitiva nunca se concretó de manera efectiva, había vencido a la inflación.

Una historia de amor estaba empezando, pero….

Nos equivocamos al elegir la pareja de nuestro encantamiento, en lugar de enamorarnos de la convertibilidad, incluso mucho mejor a su sola expectativa, nos enamoramos de la cara bonita de la paridad, fija, uno a uno. Error…. Grave y fatal error.

La estabilidad monetaria es condición necesaria pero no suficiente para la ejecución de un plan ordenado de desarrollo, debe ser acompañada y sustentada en una política económica que permita la inversión productiva y el crecimiento de las variables de ingresos y consumos nacionales, para ello se deberían haber previsto ajustes a la relación peso – dólar que acompañara el proceso de reordenamiento del aparato productivo local primario y manufacturero, promoviendo la importación de bienes de capital(1) y regulando la fuga de divisas en bienes de consumo o simplemente turismo al exterior.

No corregir el déficit fiscal, no proteger la industria nacional y actividades primarias, deviniendo a productores e industriales en importadores y atarse a una paridad progresivamente deteriorada, fue el caldo de cultivo que arrastró al País a la crisis terminal  del 2001.

Como dije pasaron ya varios años, de aquel amor equivocado, pero como matrimonio desavenido, la memoria de corto plazo, nos hace recordar más la última pelea que el primer beso.

Si pudiéramos desandar la historia desapasionadamente, con pensamiento crítico racional y dispuestos a corregir los errores juveniles, la palabra convertibilidad, no sonaría tan descabellada como la cabeza que la pergeñó y no supo o dejaron distinguir la mejor pareja al momento de elegir el destino para una convivencia feliz y venturosa.

Al fin bienvenida la discusión y la polémica, pero a no olvidar que estamos hablando de economía y en argentina hacer cálculos, previsiones y suposiciones económicas hacia el futuro está más cerca de la  astrología que de la astronomía.

  • Esto sucedió en Catamarca, San Juan y La Rioja con las inversiones de capital en infraestructura de miles de hectáreas  de  riego sistematizado producto de la providencial concurrencia de las leyes de Convertibilidad y Diferimientos Impositivos”

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